Nosotras
El bosque de Acacias: la apuesta por Agata y una maternidad sin exclusiones
"Quise crear un espacio para adultos con niños, donde los niños también pudieran disfrutar del entorno y socializar."
Emprender es, a menudo, la respuesta a una necesidad propia. Para Agata Znyk, fundadora de El Bosque de las Acacias, el clic ocurrió hace tres años, tras el nacimiento de su hija. Natural de Varsovia, Agata llevaba años ayudando a otros a cuidar su cuerpo como entrenadora personal especializada en embarazo y tercera edad. Sin embargo, al convertirse en madre en una ciudad tan grande como Madrid y sin red familiar cerca, se enfrentó a una realidad invisible pero punzante: la soledad de la crianza en la ciudad.
«Sentía que molestaba. Al entrar en una cafetería con el carro, si la niña lloraba o si necesitaba cambiar un pañal, las miradas de desaprobación me hacían sentir fuera de lugar», confiesa Agata.
Esa sensación de ser «apartada» por la sociedad por el simple hecho de ir acompañada de una niña fue la semilla de lo que hoy es nuestra cafetería en el madrileño Pasillo Verde.
Un concepto «Kids Friendly» con alma polaca y corazón madrileño
Agata no es nueva en el mundo del esfuerzo. Antes de llegar a España a los 28 años, ya conocía el negocio familiar en Polonia. Pero abrir un local donde los adultos pudieran disfrutar de un buen café mientras los pequeños exploran en un entorno seguro era un reto distinto.
En julio de 2024, tras superar las barreras burocráticas y financieras que supone emprender hoy en día, las puertas de El Bosque de las Acacias se abrieron para llenar un vacío en el barrio de Arganzuela.
Mucho más que una cafetería: un espacio de respeto mutuo
Nuestro local no es solo un sitio donde hay juguetes; es un espacio diseñado para que la logística familiar no sea una carga:
Snacks saludables y potitos: Para que no tengas que cargar con toda la casa a cuestas.
Ambiente de comunidad: Aquí los lloros no se juzgan, se entienden. Se comparten historias de crianza y se tejen redes entre vecinos.
Responsabilidad compartida: Agata siempre destaca que la libertad del niño va de la mano del cuidado de los padres. Es un equilibrio donde todos —niños, adultos y personal— convivimos en armonía.
Hoy, la cafetería es un hervidero de risas y juegos por las tardes. Para Agata, ver el local lleno de familias que se sienten «en casa» es la mayor recompensa a su cambio de vida. Porque, como ella misma dice, aunque la vida cambie al tener un hijo, sigues siendo tú, y mereces un espacio donde no tengas que pedir perdón por existir.
Reseñas